Bajo este título de "Modernismo historia de una destrucción" Lluis Permanyer en una filmación de 52 minutos toca un tema verdaderamente chocante como es "la relación amor-odio", que se ha producido sobretodo en la ciudad de Barcelona, con obras de arte modernista, siendo la causa de tanta desaparición irreparable del patrimonio cultural de toda una época de bonanza económica y social que ponia a Catalunya, Valencia y Baleares en las corrientes europeas y que está aún en la memoria colectiva.
Cierto es que como barcelonesa no me habia planteado el por qué hasta hace muy pocos años (y me atrevería a afirmar que hasta la preparación de la Barcelona Olímpica) "el modernismo" se sentía como algo un poco recargado y trasnochado, vamos algo poco pupular que nada tenia que ver con las ciudades modernas que se estaban creando en medio mundo y si a nivel popular, no teniamos conciencia de la "singularidad" por el gran número de "edificaciones" que según Permanyer convertian a Barcelona en la ciudad con más espacios modernistas del mundo (más de 1.200 llegaron a estar censados entre palacetes burgueses, edificios, cafeterias, restaurantes, etc.) a nivel de leyes locales tampoco habia una protección hacia esas obras, las mismas que ahora nos producen amor y nos hacen sentir orgullosos por de la cantidad de gente de todo el mundo que viene a contemplarlas.
En este análisis si hacemos el examen de conciencia que toca a todos, autoridades y pueblo, resulta que no era tan lejano como nos pensabamos, quiero decir que todos hemos estudiado las criticas que tuvo en su propia época de incomprensión de casi toda la élite periodísitica e intelectualidad: Eugeni D'Ors, Josep Plá, Carles Riba, Salvador Espriu y tantos otros, que en crónicas, chistes y caricaturas influenciaron en los ciudadanos, y que a pesar de ello obtuvieron tantas victorias estos arquitectos y artesanos de todas las artes plásticas que consiguieron que la burguesia, en su competición por presumir las costearan y salieran adelante
Casa Trinxet con vidrieras de Mir.
Pensaba que otra causa de su destrucción innecesaria (ya no solo es tirar un edificio, es romper las esculturas de fachadas, escaleras, columnas, lámparas y muebles) habia sido el pensamiento del periodo franquista, concretamente en la época del alcalde Porcioles, que es cuando se produjeron los derrivos masivos: Casa Trinxet, Casa Sitjá, Casa Llorach, Casa Juncadella, Palau Simón, Teatro Poliorama, café Novedades y la ordenanza de 1948 en la que se autorizaban "remontas" de 2 pisos o más sobre edificios, sin importar la pobreza y mal gusto de las mismas. Pero el asombro ha sido el saber que el enemigo acerrimo y principal fueron los Noucentistas, que lo criticaron y crearon la moda "anti-modernista", moviendo todo su poder. Permanyer hace una reflexión con una frase del Gustave Flauvert, que dice que el mayor enemigo del presente es la generación anterior.
Entre toda esta locura destaca que curiosamente fuera Dalí, su principal defensor primero desde Francia y a partir de los años 60 el arquitecto Oriol Bohigas que con escritos desde la publicación "Cuadernos para la arquitectura" iniciaran la labor de volverle el crédito y valor que tenían perdidos.
Hecha esta reflexión, queda claro que no hay pueblos que escapen a la costumbre de menospreciar manifestaciones culturales anteriores y resistan a la tentación de edificar, sin que le tiemble el pulso, si tienen para ello que destruir creaciones de periodos historicos anteriores.
He tenido el placer de ver la película; un gran aporte, una pequeña introducción con gran contenido implícito para el que quiera desarrollarla y enriquecerla
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